El presidente de uno de los múltiples organismos de la burocracia castrista, el Instituto Cubano de la Música, se ha propuesto erradicar de la isla los ritmos “seudoartísticos” y “los textos agresivos, textualmente explícitos, obscenos, que tergiversan la sensualidad consustancial a la mujer cubana”, insertos en “soportes musicales cuestionables o de ínfima calidad”.
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