Hasta el final, el acusado José Efraín Ríos Montt se declaró inocente. Sin embargo, una juez guatemalteca decidió lo contrario y el antiguo hombre fuerte de Guatemala se convirtió en el primer exmandatario del mundo en ser declarado culpable de genocidio por un tribunal nacional.
Sólo un día antes, frente a un puñado de indígenas Ixil que asistían a la audiencia en el tribunal de Ciudad de Guatemala (algunos con audífonos para escuchar la traducción a su idioma) y en la única vez que habló durante los tres meses del juicio, Ríos Montt había dicho "soy y me declaro inocente" con una voz que no revelaba sus 86 años.
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